“SOLO QUEREMOS QUE DEJE DE HACERLO”: MADRES DETRáS DE ‘EL HOMBRE DE LOS 1000 HIJOS’ ROMPEN EL SILENCIO

En 2010, una mujer holandesa llamada Natalie decidió que quería tener un hijo. “No es fácil si eres lesbiana”, recuerda entre risas. “No puedo salir a divertirme y quedar embarazada. Hace falta un poco de planificación”.

Tras descartar a sus amigos varones, Natalie navegó la web para sopesar sus opciones. Al principio pensó en acudir a una clínica de donantes, pero no le agradó la ley holandesa que impide que los niños concebidos por donantes conozcan la identidad del donante antes de los 16 años. “Temía que pudiera producirse una crisis de identidad”, explica. “Es algo que no le deseo a ningún niño”.

En su lugar, recurrió a un sitio web llamado “Longing for a Child”. Allí encontró perfiles de posibles donantes con un formato similar al de los sitios de citas. Tras un encuentro infructuoso con un hombre llamado Leon, dio con lo que buscaba: un joven apuesto de pelo rizado llamado Jonathan Jacob Meijer.

“Era perfecto en todos los sentidos”, recuerda Natalie. “Era atractivo, era inteligente, se expresaba bien. Todo lo que para mí era importante, lo pude ver”. Cuando se conocieron, hablaron de por qué Meijer había decidido hacerse donante de esperma, y explicó que se había inspirado en un amigo de la universidad que era estéril. “Me dijo que quería ayudar a cinco familias y que yo sería la tercera”, cuenta Natalie. “Esa fue su historia entonces”.

Con la ayuda de Meijer, Natalie tuvo un hijo. “Los primeros ocho años fueron perfectos”, afirma. “No había nada de qué preocuparse”. Un día, Suzanne, la pareja de Natalie, estaba tomando un café por la mañana y leyendo el periódico cuando se encontró con una noticia sobre un donante de esperma holandés que había engendrado cientos de hijos, mucho más del límite de 25 niños impuesto por la legislación nacional. El hombre coincidía con la descripción de Meijer. “Así descubrimos que hizo muchas más donaciones de las que imaginábamos”, dice Suzanne.

Natalie y Suzanne son solo dos de las muchas madres que aparecen en la nueva e impactante docuserie de Netflix El hombre de los 1000 hijos. Las mujeres implicadas están separadas por continentes, repartidas por Europa, África y Australia, pero unidas por el sentimiento de haber sido engañadas y traicionadas. Eventualmente, salió a la luz que Meijer había donado esperma a múltiples clínicas de fertilidad en Holanda (al menos 11 hasta 2023, según los expedientes judiciales) y supuestamente aclaró a cada una de ellas que no había donado en otro lugar. También viajó por todo el mundo para hacer donaciones privadas. En declaraciones a The Independent, Meijer admitió que no había sido “abierto” con las mujeres, pero negó algunas de las otras acusaciones que se hacían sobre él en el documental.

Donante de ‘El hombre de los 1000 hijos’ responde a las acusaciones de la docuserie de Netflix: “Creo que me excedí”

Para Natalie y Suzanne, el sentimiento de traición lo exacerbó el hecho de que habían hablado con Meijer menos de un año antes sobre la posibilidad de tener otro hijo con él. Suzanne había querido utilizar el mismo donante para que los hijos de la pareja fueran hermanos biológicos, así que volvieron a reunirse con Meijer. “Le preguntamos cuántos hijos tenía y nos contestó que 25”, recuerda Suzanne. “Nos pareció mucho. Nos contó que algunas familias tenían un segundo o incluso un tercer hijo con él, y que llevaba unos cuantos años haciéndolo. Sostuvo que era normal, y le creímos”.

Intentaron llevar a cabo una segunda inseminación, pero fracasó. En ese momento, la pareja se sintió un poco aliviada, ya que no estaban muy conformes con la actitud de Meijer. Aunque la ocasión anterior había donado el esperma en su casa, esta vez había quedado con ellas en un lugar público. “Creo que el punto más bajo de nuestra historia es que en algún momento él quiso que nos viéramos en un centro comercial”, relata Suzanne. “Entró en un baño público. Natalie me llamó, en plan ‘¿Qué c*rajo?’. Le dije: ‘Esto no está bien’”, Natalie se retuerce a su lado. “Me sentí muy incómoda”, expresa. “Parecía que estábamos comprando drogas. No es el lugar donde se va a hacer un bebé”.

En ese momento me sentí como si tuviera una estantería de Ikea. ¡Oh, veo que tienes la Billy! Gran estantería, ¡también la tenemos!

Suzanne

Tras conocer la verdad sobre Meijer, Natalie y Suzanne se unieron a un grupo de Facebook lleno de otras madres que habían recurrido a sus donaciones. Se quedaron atónitas ante lo que vieron. “Enseñabas una foto y alguien decía: ‘Se parece a los niños A, B, C y D’”, recuerda Suzanne. “En ese momento me sentí como si tuviera una estantería de Ikea. ‘¡Oh, veo que tienes la Billy! Gran estantería, ¡también la tenemos!’. Si tienes un hijo de un donante, eso puede ocurrir. Pero a esta escala, es inaudito. No es que nos preocupe que nuestro hijo no sea único, sino las implicaciones que tiene. Si los niños se conocen más adelante, puede que se atraigan de manera romántica… ¿y entonces qué?”.

Para las madres, la mayor preocupación no es que Meijer les haya mentido, ni siquiera la magnitud de su progenie biológica. Son los peligros potencialmente incestuosos que acechan a sus hijos y a las próximas generaciones.

Se desconoce el número total de hijos de Meijer. En 2023, admitió ante un tribunal haber engendrado al menos 550 hijos, antes de que un juez holandés tomara la decisión sin precedentes de prohibirle donar a bancos de esperma. Podrían multarle con €100.000 euros cada vez que incumpla la orden judicial. En recientes videos publicados en su canal de YouTube, Meijer ha afirmado que el título El hombre de los 1000 hijos es engañoso, pero en realidad puede que ni siquiera él conozca la cifra real. Los bancos internacionales de esperma a los que recurrió, como el banco danés Cryos, no están obligados a informarle sobre los niños fruto de sus donaciones.

Por poner un ejemplo, si Meijer tiene 500 hijos, dentro de 100 años podría tener 15.000 descendientes caminando por la Tierra. “Se trata de nuestros hijos y del impacto que tiene en sus vidas”, afirma Suzanne. “Nunca podrán salir con alguien sin más o tener relaciones sexuales con alguien, siempre tendrán que andar con cuidado e incluso puede que ni sepan que son hijos de donantes. Es una situación muy peligrosa y poco saludable para estos niños, y para sus hijos y nietos”.

“Es un peligro para la salud pública”, añade Natalie. “No se trata de la cifra, sino de los peligros que subyacen. Cuanto mayor es el número, más peligroso es”.

Suzanne plantea otra preocupación. “¿Y si uno solo de estos niños se convierte en donante, si no sabe?”, se pregunta. “O incluso si sabe”, añade Natalie. “Pero tienen la misma forma de pensar que tuvo Jonathan: ‘¡A la m**rda! Hagámoslo’”.

No existen leyes internacionales que regulen la donación de esperma, y este campo carece en gran medida de regulación. Las madres tienen pocos recursos, aparte de intentar difundir la magnitud de las acciones de Meijer. “Por eso seguimos creando consciencia y esperando que haya un gobierno que quiera legislar, porque es necesario”, sostiene Natalie. “No solo en cada país, sino en todo el mundo. Las fronteras no lo detienen, y él no es el único. Hay más ahí fuera”.

Como explica El hombre de los 1000 hijos, Meijer puede ser especialmente prolífico, pero no es en absoluto el único “superdonante” que opera en la actualidad. Natalie se enteró más tarde de que Leon, el primer donante al que había considerado, había engendrado alrededor de 415 hijos. Ahora cree que los dos hombres estaban secretamente detrás del sitio web “Longing for a Child”, y que competían entre sí para tener el mayor número de hijos. La docuserie descubre otros ejemplos de hombres que viajan por el mundo para donar cantidades ilimitadas de esperma, incluido un racista que expresa su deseo de donar a clínicas de Kenia por el deseo de “blanquear África”.

“Se conocen y colaboran”, alega Suzanne. “Necesitamos leyes que lo impidan. Sé que la HFEA [Autoridad de Fertilización Humana y Embriología] declaró que no es posible en el Reino Unido, pero no saben lo que ocurre a puerta cerrada”. Natalie asiente con la cabeza. “Necesitamos una sentencia que castigue a alguien por ley, para que se lo piensen antes de donar su esperma en estas cantidades”, afirma.

En la actualidad, los gobiernos suelen ser reacios a cualquier ley que ponga freno a la procreación. Suzanne cree que ya es hora de que eso cambie. “Regulamos lo que las mujeres hacen con su cuerpo”, recalca. “Regulamos la maternidad subrogada. Existen normas claras al respecto en todo el mundo. ¿Por qué no podemos decirle a la gente cuánto puede procrear? ¿Por qué no? ¿Porque son hombres?”.

Hoy, ni Natalie ni Suzanne están en contacto con Meijer. Las bloqueó a ambas en WhatsApp, así que ya no pueden hablar con él sobre su hijo. Él sigue publicando actualizaciones periódicas en su canal de YouTube, incluidos viajes a Finlandia y Zanzíbar. En videos recientes, se queja de que Netflix engaña a la gente sobre él. “Después del cuidado con el que hicimos el documental, es triste oír esa respuesta”, reprocha Suzanne. “Sobre todo viniendo de alguien que es básicamente un fraude”.

Al ser contactado por The Independent en busca de comentarios, Meijer afirmó que dejó de donar a nuevas receptoras en 2019, y negó muchas de las acusaciones hechas contra él en el documental. Sostiene que nunca colaboró ni compitió con otros donantes, y niega la acusación más escandalosa de la serie: que él y León mezclaron su esperma antes de dárselo a una receptora para ver quién “ganaba”. “Es una calumnia total”, manifiesta. “Es una locura. ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Por qué alguien habría de hacerlo? Si sale en el documental, prepárense, definitivamente demandaré a toda la gente de Netflix”.

Meijer declinó múltiples invitaciones para participar en el documental. “Tenía derecho a responder”, formula Natalie. “Sus comentarios siempre son: ‘Es falso y las mujeres son solo madres enfadadas’. No estamos enfadadas. Solo queremos que deje de hacerlo”.

El hombre de los 1000 hijos se transmite en Netflix

Traducción de Michelle Padilla

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