"LO SEMBRADO EN TANTOS AñOS NO SE VA A BORRAR EN CUATRO MESES"

Desde Mujeres que no fueron tapa, Lala Pasquinelli lanzó campañas como "Hermana, soltá la panza", que generaron una enorme conversación sobre los mandatos, las opresiones que implica el modelo de belleza, la construcción de la feminidad. Abogada, poeta, artivista feminista, Pasquinelli nació en San Nicolás de los Arroyos, al norte de la provincia de Santa Fe, y asegura que, en su vida, "el feminismo lo cambió todo". Su trabajo, al mismo tiempo, cambió el tono de muchas conversaciones públicas, y fue un cauce para que miles de personas puedan revisar sus vivencias, sus prácticas, estereotipos que marcaron su vida. Así fue cómo Lala Pasquinelli fue elegida por la BBC como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo en 2023. Este año, publicó en Editorial Planeta La estafa de la feminidad, cómo la belleza nos educa para ser sumisas, un libro que pone al alcance de cualquiera un largo recorrido teórico feminista, sazonado con la propia experiencia de la redes de MQNFT, y las encuestas que pudieron hacer, respondidas por miles de mujeres, lesbianas, travestis, trans. Encuestas que fueron catárticas, pero también transformadoras, donde muchas mujeres contaron por qué dejaron de ponerse ciertas prendas, las violencias que les pasaron por el cuerpo, las experiencias que moldearon ese malestar que se transformó en rebelión. 

Lo más notable del trabajo -y no sólo del libro- de Lala, es su apuesta por poner temas en un diálogo público. "La conversación es un hilo conductor de todo mi trabajo en todos los ámbitos y además, nos resulta más agradable hacer cosas con otras personas, apelar siempre a la comunidad, a las voces de más compañeras y compañeres, trabajar en la alianza con otras organizaciones. Todo eso forma parte de nuestro ADN", expresó sobre su forma de hacer. 

-Tu libro se publica en una época en la que los feminismos son objeto de ataque, y en el que parece estar en retirada ¿cuál es su recepción?

-La verdad es que no fue tanto mi decisión que saliera en esta época, el libro ya estaba en curso y en proceso y después pasaron cosas. Tiene casi 10 meses en la calle y hay un montón de interés en el libro, hay mucha conversación. Hay mucho interés, quizás a contramano de lo que se supone que pasa, esta idea de que el libro pasó de moda o no le interesa a nadie. Lo cierto es que quienes han reconocido cómo funciona el sistema de opresión en sus vidas, no tienen ganas de desinteresarse de aquello que les ha traido mejores condiciones de existencia, más libertad, más conciencia, todo eso que se ha sembrado en tantos años no se va a borrar en cuatro meses.

-¿Cuánto y qué cambió en tu vida el feminismo?

El feminismo lo cambió todo. Todos los ámbitos de mi vida, la forma en la que me vinculo con mi propio cuerpo y conmigo misma, me permitió apropiarme de mi voz, reconocerme autoridad en mi propia vida, algo muy difícil para las mujeres, cambió la forma en la que establezco mis vínculos y miro el mundo, hago mi trabajo, todo lo cambió el feminismo.

-Algo muy notable en tu libro es esa combinación entre textos de teoría feminista y lo recogido a través de todos estos años de activismo en MQNFT, esa conversación pública que han generado de manera casi aluvional.

-Es que es el producto de un diálogo con muchísimas mujeres. No es algo que yo pensé en soledad o leyendo otras autoras, sino que surge a partir de una conversación con miles y miles y miles, pensá que cada encuesta fue contestada, una por 11.000, otra por 8.000 y yo debo hablar con no sé cuántas miles de mujeres por año a través de mensajes y todas estas cosas, en los distintos espacios de conversación que tenemos, hay una voz, que es la voz de esas compañeras y de esas mujeres, que es la que está expresada también en esas ideas que aterrizan en el libro.

-Y entonces, lo que hace el libro es traer estos debates que ya son canónicos, a autoras clásicas como Betty Friedan, Rita Segato o contemporáneas como Sara Ahmed, junto a voces cotidianas... 

-A mí lo que siempre me interesa es que todas estas conversaciones lleguen a un público lo más masivo que se pueda. Entonces, si escribimos para nosotras eso no sucede, porque quedamos siempre leyéndonos entre poca gente que entiende sobre lo que se está hablando. La verdad es que siempre nuestra intención es hacer una traducción de todas estas ideas, que muchas de estas ideas son complejas de comprender, muchas veces por lo contrahegemónicas que son. Entonces, es necesario hacer esa traducción, llevarlo al cuerpo, entender cómo esto se inscribe en nuestras historias y en nuestras vidas. Ese trabajo me parece que es un trabajo indispensable, que es nuestra responsabilidad como activistas y como personas que hemos tenido el privilegio acceder a estas ideas, ponerlo a disposición de otras personas que por ahí no tuvieron esa posibilidad y de la manera más clara posible. Por lo menos, para nosotras eso siempre es un objetivo que lo que nosotras hacemos sea inteligible para cualquier persona, que lo pueda entender mi mamá, mi abuela, mi tía, tu sobrina, todas. 

-En ese punto, también apostas a entramar esas experiencias que modelaron una forma de la feminidad con un sistema de opresión. 

-La idea era también unir puntos, que a veces en las conversaciones en las redes sociales o en otros ámbitos no están tan unidos, en relación a la conversación sobre la belleza, unirlos con el sistema económico, político y social. Y mostrar cómo la belleza y la educación en la feminidad tiene que ver con el trabajo doméstico no remunerado y las formas de explotación de nuestros cuerpos por el trabajo. A mí me parecía que era algo indispensable, porque si no queda siempre la conversación sobre la belleza, en esto es así, qué injusto que sea así, pero no queda tan expuesto este entramado de relaciones entre esta educación que recibimos para someternos y los beneficios económicos que alguien obtiene de producir identidades que se someten y entidades dóciles y entidades que están dispuestas a ser explotadas, porque eso fue lo que aprendimos desde pequeñas.

-Justamente, porque lo aprendimos desde pequeñas lo tenemos completamente internalizado y naturalizado. 

-Sí, absolutamente. Y además percibido, en general, desde la cultura y desde muchos ámbitos de construcción de los sentidos, como lo natural. Una persona nace, tiene vulva y entonces desarrolla un interés particular por depilarse, pintarse las uñas, callarse la boca, y aguantar. Y ser delgada. Justamente lo que el libro intenta hacer, no es tanto una novedad. Actualiza también otras voces que son parte de conversaciones que se vienen dando hace bastante tiempo, en general, en relación con cómo la feminidad es un mecanismo de opresión, pero lo que creo que aporta es todo lo que tiene que ver con cómo funciona la belleza como pedagogía y cómo funciona la belleza como pedagogía para normalizar la crueldad de nuestras vidas, la explotación y todas estas formas de sometimiento que las vamos a aceptar como naturales, como el deber ser de las mujeres, como lo que nos realiza.

-Y que se (nos) presentan incluso como elecciones, como espacios de libertad...

-Claro, eso que solemos escuchar. Lo hago porque me gusta, lo hago para mí. Uno de los capítulos del libro habla de cómo la libre elección en realidad es un mito, porque vos sos libre de elegir la feminidad, pero cuando querés elegir alguna gestualidad que se salga de lo femenino, cuando querés elegir otros consumos, otras formas, otros intereses, eso en general es penalizado por la sociedad, o porque quedas afuera del mercado laboral o del mercado del amor y el deseo o porque sos rechazado por tu propia familia, y un montón de cosas. Entonces, qué tanto podemos elegir cuándo, si no elegimos lo que nos dicen que es femenino, ahí la vida se nos vuelve un infierno.

-Y que lo femenino, en realidad, es muy poco como horizonte de vida...

-Es muy poco y nos envía siempre a este ámbito de la domesticidad, del encierro, del cuerpo como este capital al que tenemos que hacerle inversiones en términos de intervenciones, cirugías, tratamientos, hambre, todo lo que sea para transformarlo y darle una forma que resulte agradable a la vista, todas las formas "femeninas", porque eso nos va a supuestamente traer los beneficios de la feminidad, que son una pareja, la familia, todo esto que viene en el manual de género de las mujeres y que supuestamente, si lo cumplimos a rajatabla, nos va a llevar así como en autopista hacia la felicidad y bueno, claro que no es así.

-¿Y si no es así, por qué este modelo sigue siendo tan poderoso?

-Tiene mucho que ver con cómo nosotras somos educadas en esta idea de que nuestra identidad se construye en relación con esa valoración que viene de nuestros otros cercanos, y esa valoración va a estar dada por nuestra obediencia. Si nosotras somos buenas. Aceptamos. Nos callamos la boca, somos amables, atendemos y no nos quejamos, bueno, nuestro entorno, nos quiere, nos acepta, nos reconoce. Cuando nosotras no estamos dispuestas a cumplir con todas esas reglas, en general, lo que viene es la violencia, el maltrato y un montón de cosas más, la segregación, etcétera.

-¿Ahí estriban las dificultades para salir de la trampa?

-No es tan fácil, en general, rebelarse frente a estas opresiones y a estos modelos de identidad en los que somos educadas pero también me parece interesante decir que tampoco es fácil obedecer, tampoco es fácil seguir en los lugares de explotación, tampoco es fácil seguir con la pata arriba de la cabeza. Porque siempre parece que lo difícil es rebelarse y lo otro no, porque ya estamos acostumbradas. 

-Además de señalar que no estamos solas en el camino de la rebelión...

-Es bueno recordar siempre, sobre todo en estas épocas de tanto discurso individualista, donde todo es un salvese quien pueda, donde te dicen que vos sola, te vas a autoaceptar y te vas a hacer millonaria y te vas a hacer influencer, toda esta fantasía de que todo depende de vos, esta fantasía de control que nos propone el neoliberalismo, de la meritocracia, que no es real, son discursos que le permiten al sistema seguir reproduciendose de la misma manera, porque además aislados somos muchísimos más manipulables. Pero lo cierto es que en general todos estos caminos se transitan con otras, con otres, que hay otras y otres que están en la misma conversación que nosotras, que tienen los mismos intereses, que están buscando formas de vida dignas. Porque hay personas buscando formas de vida digna en todas partes, todo el tiempo y encontrarnos con esas otras es también parte del camino de la liberación de los cuerpos.

-En el libro le das mucho espacio a las pedagogías sobre las niñas y adolescentes. ¿Las ves como destinatarias muy privilegiadas de un mercado de la belleza con un objetivo económico y también disciplinador?

-Creo que el libro rompe un poco con esta fantasía que hay sobre las nuevas generaciones. A mí me interesa mucho lo que está pasando con las infancias y las adolescencias en relación con la belleza y con el cuerpo, es un tema que lo investigo, lo sigo, lo veo mucho y me parecía importante hablar bastante de esto en el libro, porque me gustaría que quienes hoy son niñas, adolescentes y mujeres jóvenes pudieran allanarse este sufrimiento que implica la feminidad, sobre todo en instancias tan incipientes de la vida, por eso es un libro que a mí me encantaría que lean las madres y las abuelas, la tías, todas las que tienen cerca niñas a las que educan, a las que acompañan en el crecimiento porque la verdad, hoy la presión que hay sobre los cuerpos de las niñas y las adolescentes y la sexualización, los consumos que les imponen, son muchísimo más agravados que quizás los que pude haber tenido yo en la década del 90. 

-Esto que decís va a contramano con cierta idea de que las nuevas generaciones ya vienen más deconstruidas... 

Hay muchas fantasías con esto, en general, en las mujeres, en creer que como nosotras nos dimos cuenta, esa conciencia se traspasa automáticamente a las generaciones que vienen atrás y la verdad es que eso no es así y que justamente todas estas formas de opresión, de violencia, todos estos impulsos, van adoptando formas más sutiles. En el libro habla un montón de lo que juegan las niñas, lo que se les propone para jugar, del uso de las redes sociales y todas las problemáticas que no son una sensación, las podemos convalidar con números.

-¿Cómo te acercaste al feminismo? ¿Cuál fue tu primera vía de entrada?

-Mi acercamiento al feminismo viene desde tres lugares, la literatura, los libros, las autoras, ver a mujeres que vivían contra la norma y que me resultaban muy interesante, que me generaban mucha curiosidad y de mi propia experiencia, siendo mujer, siendo educada como mujer en este mundo, es decir, la sumatoria de violencias que implica existir en un cuerpo que es leído socialmente como un cuerpo des jerarquizado, un cuerpo del que se esperan determinados, comportamientos, formas, y lo que pasa cuando no se cumplen esas expectativas, la violencia que se recibe. Siempre me sentí rara, inadecuada, siempre sentí que no encajaba y que no me sentía como se supone que se sienten las mujeres siendo mujeres. Creo que esos tres caminos me llevaron al feminismo.

-¿Cómo surgió la propuesta de MQNFT? 

-MQNFT surgió hace casi 10 años, hice una muestra en la que había diferentes obras, y que pretendía poner sobre la mesa la forma en la que se representaba a las mujeres en la cultura masiva, usando las tapas de las revistas para mostrar esto, para mostrar que las únicas mujeres visibles, las únicas a las que se ubicaba en el pedestal, era esas mujeres todas idénticas, que venían del mundo del espectáculo, o la moda, todas jóvenes, blancas, delgadas, de pelo lacio, semidesnudas, sexualizadas, hablando de su cuerpo, dando tips de belleza, hablando de la búsqueda del amor romántico y heterosexual como camino hacia la felicidad, de la maternidad como la cúspide de la realización y la felicidad. Las que hoy en el libro son conceptualizadas como las maestras. Que hoy son muchas más porque es a quienes se les da visibilidad en redes sociales. A partir de ahí surge MQNFT.

-¿Sentís que las conversaciones abiertas fueron realmente gravitantes?

-Siento que lo que hicimos y hacemos es una traducción de ideas y conceptos que la teoría feminista viene desarrollando hace muchísimos años, y nosotras logramos llevar eso a un público más masivo, en un lenguaje simple, a nuestras historias, a nuestros propios cuerpos. Y eso hace que la conversación sobre las opresiones a las que nos encontramos expuestas llegue a lugares a los que nunca llegaba. Que personas que no se consideraban feministas empiecen a comprender que eso que sienten no lo sienten porque están falladas, porque tienen un problema que es de ellas, sino porque afuera hay un sistema de opresión.

-Fuiste elegida como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo el año pasado, ¿qué te provoca esa distinción?

-Me puso muy contenta porque llega en un momento en que el feminismo en nuestro país y nuestros territorios está siendo atacado y denostado. Lo siento un reconocimiento al trabajo de todas las MQNFT pero sobre todo de todo el feminismo nuestro. Yo no tendría una voz ni mi trabajo llegaría a tanta gente si otras no hubieran hablado antes y si otras no hubieran expandido mi voz como puede ser tu caso y el de otras compañeras.

-Te definís como artivista, me gustaría que profundices en esa definición.

Es un cruce entre el arte y el activismo. Nosotras creemos en el arte como herramienta de transformación social. Me parece que designarnos artistas y quedar del lado de quienes producen arte que no habla de las aberraciones que están sucediendo en el mundo, que producen objetos para ser reserva de valor de los ricos, no nos interesa. Preferimos ser Artivistas.

2024-06-28T03:51:49Z dg43tfdfdgfd